quarta-feira, 26 de agosto de 2009

Hipotermia

Nunca pensé que la bebida me mataría. Y mucho menos en tales circunstancias. No es un caso típico. No se trata de la cirrosis hepática de un alcohólico que se niega a reconocer que hace lustros sucumbió al encanto de los vapores etílicos. Nada más lejos de la realidad.
La verdad es que estoy siendo poco riguroso y en tan crítica situación esto no es de recibo. De hecho, mi relación con el alcohol siempre ha sido distante y circunstancial, breve y esporádica. Nunca he buscado en él nada de concreto. No forma parte de mi vida y tampoco es momento de darle la relevancia que nunca ha tenido. Lo disculpo, lo olvido.
Percibo el frío vaivén de la marejadilla clavándose con ahínco en mis nalgas, y si no fuera porque mi suerte está echada desde hace breves instantes sufriría por mi lumbago. Al primer contacto con la destemplanza me desprendí de las prendas más pesadas: zapatos y chaqué. Mantuve las demás en un vano intento de conservar el calor corporal. Vaya estupidez. Siguieron los pantalones y la camisa. Así que ahora me veo en camiseta y calzoncillos. Por simple pudor. Pensando tal vez en la posibilidad de que encuentren mi cadáver flotando, o aparezca inerte en alguna playa desolada. Siempre será más decoroso.
Aunque pensándolo bien no se trata de eso, sino de no tirar la toalla definitivamente. Debo reconocer que en los primeros instantes de desconcierto tuve la sensación de que no podía desprenderme de todo alegremente. Debía aferrarme a mi existencia con los dientes y mantener algo que me vinculara a la vida que creía tener hasta caer por la borda hace un par de horas.
Resulta sorprendente lo poco que me duró la desesperación. Lo mismo que tardó en desaparecer el reguero de espuma blanca que seguía la popa del majestuoso buque como un perro faldero. "Viva la experiencia de su vida con nosotros", rezaba el tríptico de fotos edificantes. Sin duda han cumplido su promesa, pero no en los términos que estipulaba el susodicho folleto. Nadie hablaba de apearse en medio del trayecto.
Esto no es la mili. Aquí no se hacen recuentos y yo viajo solo. Conmigo mismo si acaso, porque ya no recuerdo cuánto tiempo llevo sin encontrarme con mi sombra, sin amarme, sin tomarme en consideración. Parecerá patético, pero en estos momentos tengo la certidumbre de hallarme en estado de gracia espiritual. Había previsto para mi persona una muerto dolorosa y grave, como la mayor parte de mi existencia, y paradójicamente, ahora me siento en el nirvana. Sí, ciertamente deve tratarse del estado de éxtasis budista que libera la mente del lastre corporal; aunque mucho me temo que también pueda tratarse de una falacia producida por los primeros sintomas del entumecimiento muscular.
Intento comprobarlo. Dejo de mover los brazos unos instantes para apalparme las piernas, y en el trámite trago involuntariamente uno sorbo de agua que me causa un momento de reacción y me recuerda mi comprometida situación. Me convenzo de que estoy en lo cierto. El sistema nervioso se retrae, se enroca empujado por el empeño del agua, que a cada oscilación me arranca unas décimas de temperatura.
Pienso en mi niñez, en cuando tenía fiebre y mamá acudía con aquel termómetro de mercurio, guardado celosamente. Reliquia sanitaria que se colocaba con dulzura bajo la axila. Cuántos grados debo diferir de aquel entonces. El mercurio, sincero, me delataría y descubriría la endeblez de mi situación. Diagnóstico: hipotermia. Fallecimiento seguro por parada cardiorrespiratoria de no mediar un milagro que no espero. Por qué debería hacerlo ahora, cuando no he sido creyente en mi vida. El olor a incienso me producía bascas, o al menos eso decía para evitar ir a misa los domingos. Una buena excusa, sin duda. Funcionaba y fingía. Fingía y funcionaba. Se me daba bien. Seguí fingiendo pero con el tiempo dejó de funcionar. Engañaba a los demás. Pero no a mí mismo. Mi conciencia me recordaba a menudo que con ella no podía. No se dejaba. Así entré en la duda existencial.

[Trecho do relato Hipotermia, de Marc Capdevila. Do livro Tiempo de Relatos (I Premio Booket Universitario de Relato Corto). Continuo nas próximas postagens.]

Ah, primeiro post com novo layout =)